The Wire ha sido una de mis series pendientes durante un par de años y, recientemente, he podido saldar esa deuda. Aunque me ha durado un suspiro, es una serie que me ha costado seguir ya que no es de las que enganche como otras lo hacen, por lo que eso añade una gran dificultad en recomendársela a otras personas. En esta entrada os hablaré un poco sobre ella y comentaré lo que me ha parecido sin spoilers.
The Wire nos sitúa en Baltimore, una de las ciudades más castigadas por el crimen de Estados Unidos, como veremos a lo largo de las cinco temporadas que la forman. Aunque en un principio sigamos a Jimmy McNulty (Domenic West, al que podéis ver actualmente en TheAffair), un policía de Homicidios de pura cepa con problemas con la autoridad, amigo del alcohol y de las mujeres que no son la suya, veremos cómo poco a poco Jimmy no es más importante que el resto de personajes que se nos van a ir presentando, los cuales forman entre todos una serie muy coral que nos invitará a preocuparnos por ellos, incluso cogerles cariño, o a odiarlos sin remedio. Jimmy, en el fondo, es un tío muy tocado y, sobre todo, muy perdido. En cierto sentido se le podría comparar con Don Draper, dos tipos que no saben ser felices ni teniéndolo todo. McNulty tenía un buen trabajo, su mujer y sus hijos, pero el primero le absorbía tanto – y lo sigue haciendo – que parece que hace imposible la compatibilidad entre este y su vida familiar. También se puede pensar que su verdadera familia son sus compañeros de trabajo, en especial Bunk (Wendell Pierce, al que habéis podido ver en The Michael J. Fox Show), asiduo compañero de copas que termina incluso peor que McNulty – vómitos incluidos al día siguiente en el trabajo –. Por otra parte, aunque no sólo se ve en el caso de Jimmy, este vive frustrado con su trabajo ya que, por pitos o por flautas, no puede trabajar como él realmente quiere, teniendo todos los recursos necesarios para llevar a cabo una buena investigación y coger al tipo malo de turno. Esta frustración se llega a transmitir al espectador, el cual está viendo al mismo tiempo cómo los peces gordos de la institución de policía sólo quieren falsificar las estadísticas, coger su dinero y seguir viviendo bien.
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A estos dos hay que quererlos muy fuertemente |
La trama de la primera temporada se centra en la creación de un nuevo departamento, el de Crímenes Mayores, el cual tiene a la cabeza a Cedric Daniels(Lance Reddick), un hombre con un pasado laboral un poco tormentoso que le puede dar una bofetada en un futuro. Formando el grupo tendremos a Freamon (Clarke Peters), un hombre que, cuando no hay curro, se dedica a construir muebles para casas de muñecas y venderlas a un buen precio – el hombre se podría retirar con esto –, pero cuando sí hay material al que hincarle el diente veréis a un hombre muy listo, avispado y al que es difícil no tenerle cierto cariño. Por otro lado tenemos a Kima (Sonja Sohn), una afroamericana lesbiana que vive en un mundo completamente de hombres y cuya palabra no vale menos que la de cualquiera que tenga un par de testículos en ese edificio. Gracias a su trabajo y actitud, se ha ganado el respeto de sus compañeros, lo cual es muy loable. Decir de Kima que me parece un personaje pionero ya que en 2002, cuando se estrenó la serie, no se escribían papeles como este, al igual que Omar Little, del que os hablaré un poco más adelante. El círculo lo terminan de completar Prez, el cual al principio será un enchufado por parte de su suegro pero que poco a poco encontrará su propio sitio dentro de la dinámica del grupo; Sydnor (Corey Parker Robinson), quien se toma muy en serio su trabajo y quiere hacer las cosas bien, y Craver (Seth Gilliam) y Herc (Domenick Lombardozzi), uno de los bromance de la serie; son uña y carne aunque tienen actitudes diferentes: mientras Craver es más serio, tanto que a veces se pasa al ejercer su autoridad, Herc es un completo gilipollas, y no hay otra forma de definirle. No sabéis las ganas que he tenido durante toda la serie de que le metiesen la paliza de su vida por imbécil perdido. Un tío chulo, bocazas, metepatas, una diana perfecta para una bala perdida. Como podéis estar imaginándolo, McNulty también formará parte de este grupo y establecerá relaciones muy interesantes, destacando personalmente la que tiene con Kima y esas conversaciones que tienen cuando están en algún tipo de misión o porque tienen que vigilar a algún sospechoso. Al principio el grupo tendrá más integrantes pero se irán cayendo con el paso de los episodios, por lo que sólo resalto a los principales. Personalmente, hay personajes que me han sorprendido gratamente y de los que no esperaba mucho de ellos como, por ejemplo, Prez, el cual me parecía un patán pero con el tiempo le cogí un gran cariño, al igual que a Freamon, el cual no sabía qué papel iba a jugar en la trama. Aunque Jimmy sea un antihéroe, sí que se ha ganado mi aprecio, sobre todo con el bromance que forma con Bunk – borracheras épicas que forman una de las esencias de la serie; grandísima pareja la que hacen estos dos –. Otros personajes que conoceréis y que son de mis favoritos serán Duke, de la cuarta temporada, el cual me rompe el corazón; Bubbles (Andre Royo), a quien no puedo querer más, y Omar Little, entre otros, afroamericano, gay y el tipo con más huevos que he visto en tiempo, formidablemente interpretado por Michael K. Williams, quien cada vez que sale en pantalla lo borda.
Para los que les encante ver caras conocidas, por aquí vais a ver unas cuantas como a Falcone de Gotham (John Doman), a Petyr “Littlefinger” Baelish de Game Of Thrones (Aidan Gillen), a Sugar de Banshee (Frankie Faison), Pornostacho de Orange Is The New Black (Pablo Schreiber), Andy Bellefleur de True Blood (Chris Bauer), Freddy de House Of Cards (Reg E. Cathey), el padre de Marty Kaan en House Of Lies (Glynn Turman), y a varios actores de The Good Wife como quien interpreta al pastor Isiah Easton (Gbenga Akinnagbe), a Dexter Roja (J.D. Williams), al juez Robert Parks (David Fonteno) o al jefe del grupito del NSA (Michael Kostroff) en la quinta temporada.
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Este hombre se come la pantalla |
Cada temporada tiene un tema en concreto que se irá desarrollando durante la misma. En la primerase nos presentará el negocio de la drogaen los bajos fondos de la ciudad por parte de Avon Barksdale y Stringer Bell como mano derecha, interpretado por un Idris Elba que, especialmente en la tercera temporada, se come la pantalla, y cuyo personaje es de los más interesantes. Conoceremos no sólo su funcionamiento sino también las relaciones entre las distintas partes ya que todo queda en familia, literalmente. En la segunda temporada se tratará el tema de los muelles y el trapicheo que se da en ellos con el robo de mercancía, relacionándolo al mismo tiempo con el mundo de la droga. En la tercera temporada ahondaremos en la relación que se da entre este mundo del polvo blanco con la política, donde los grandes jefes de las calles de Baltimore hacen generosas donaciones a señores de traje y corbata que dan mítines para sus enormes campañas. En la siguiente temporada, se tratará uno de los temas más duros, pero no por ello menos interesante, que es el sistema escolar y el futuro de estos niños que parece ya estar escrito incluso antes de que nacieran. Para muchos – incluyéndome a mí misma – esta es la mejor temporada de la serie por su dureza pero al mismo tiempo por la implicación que el espectador puede tener con estos muchachos. No pensé que me iba a preocupar tanto por ellos pero me sorprendí a mí misma cuando vi que sí lo hacía, que me emocionaba con sus historias y que me alegraba o entristecía por algunas de las decisiones que tienen que tomar en sus duras vidas. Por último, la quinta temporada gira en torno a los medios de comunicación, su tratamiento de la información, la inaptitud del departamento de policía y del ayuntamiento en sí, aparte de ver cómo la gente se aprovecha de un colectivo social que parece importar bien poco en la ciudad de Baltimore, los indigentes. Visto en conjunto, The Wire hace un gran análisis de la situación de la ciudad pasando por todos, o la mayoría, de los palos para darnos una visión panorámica del lugar, desde los policías de a pie, los que llevan las investigaciones, pasando por los peces gordos y terminando en alcaldes y senadores, al igual que en el otro bando con los camellos y los grandes jefes del cotarro. Como veis, se tratan los dos lados de la moneda al mismo tiempo, por lo que tendremos personajes queridos y odiados en ambas partes, haciendo mucho más rica la experiencia y teniendo hasta un posible conflicto moral al posicionarnos indistintamente en un lado u otro.
Yendo hacia un terreno más personal, como podéis ver y seguramente habéis leído o escuchado, The Wire es una serie maravillosa, un peso pesado dentro del mundo de las series, y muchos la tienen en un altar. En mi caso no es así. The Wire, desgraciadamente, no estaría entre mis series favoritas, es más, pensándolo fríamente, me costaría muchísimo recomendarla ya que depende de la persona con la que estuviese hablando. Es una serie, in my opinion, difícil de ver y complicado de meterse en la trama. Al principio me sentí muy perdida, demasiados nombres, los repiten pocas veces, te cuesta ubicarte, y eso me hizo sentir una especie de frustración porque me gusta situarme bien desde el principio, tener un esquema mental de lo que estoy viendo y lo que está pasando en cada momento, pero en este caso no era así, por lo que meterme en la trama fue un problema que me desesperaba. Con el paso del tiempo, y ya mejor ubicada, añadidle mi frustración por no conectar con la mayoría de personajes, a los cuales a muchos de ellos me daban ganas de pegarles un tiro por una razón u otra, sobre todos a los altos cargos, quienes se ganan el odio a pasos agigantados. Al no preocuparme del destino de la mayoría de personajes, conectando o interesándome realmente por sólo unos pocos, mi frustración iba en aumento y mis ánimos iban menguando, por lo que agradezco de veras las palabras de aliento que me daban algunos de mis seguidores en Twitter. Añadid también a la mezcla la frustración y rabia que me producía la serie al ver ciertas injusticias que se llevaban a cabo – otra vez esos malditos peces gordos –. Por lo tanto, a mi parecer, The Wire NO es una serie para todo el mundo, hay que tener mucho ánimo y fuerza de voluntad, y quiero que esto quede claro y que puede aplicarse a muchas series: no porque una serie esté en el olimpo seriéfilo tiene que verla todo el mundo; que cada uno vea lo que le apetezca y lo disfrute, que no vea nada por obligación o para considerarse más seriéfilo que otro porque eso es una tontería. Si os pica la curiosidad con esta serie, mirad el piloto, y si os gusta el rollo, bienvenidos seáis a Baltimore, amigos míos. Personalmente, la serie me ha dejado fría en ciertos aspectos, me ha faltado más justicia, más sangre– la cual aparece en una mayor escala en la última temporada –, pero es posible que lo que yo pida no sea tan realista, que es algo por lo que se caracteriza la serie, cómo plasma la realidad. Una pega que tengo que ponerle a la serie es que la mayor parte de la acción se da en los dos últimos episodios de las temporadas; la trama en sí es muy lenta pero creo que podrían pasar ciertas cosas “gordas” a lo largo de toda la serie, haciendo que el espectador se meta más en la historia, no dejando toda la “diversión” para el final. Esto no quiere decir que lo que pasa anteriormente no sea importante, es el camino que lleva a la resolución de los conflictos, pero me ha faltado “algo” más. Se puede aplicar el dicho de “lo importante no es el destino sino el camino para llegar hasta él”.
Algunos os preguntaréis que qué le ha faltado a esta serie para que esté entre mis favoritas y es algo que quiero dejar muy claro para que nadie se me eche encima diciendo que cómo no puede estar en mi altar particular. En mi caso, para que una serie esté en esa posición especial tiene que engancharme, hacerme sentir, que me preocupe por los personajes, que quiera saber más, que me mantenga en vilo, que me haga meterme en la trama, que VIVA la serie, y The Wire no lo ha hecho. Vuelvo a repetir, esto no quita que la serie sea muy buena, que lo es y lo reconozco, pero a lo mejor no es mi serie, pero la he visto por curiosidad, porque quería y no por quedar de guay.
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Siempre a sus pies, Omar Little, siempre |
Haciendo un pequeño hincapié en las tramas, me parece una visión muy realista y te hace ver la pésima situación en la que se encuentra la ciudad de Baltimore. La corrupción es la peor enfermedad, la que produce que todo vaya mal y que no se hagan las cosas de la forma adecuada. Da un asco terrible ver cómo los altos cargos del departamento de policía sólo se preocupan por bajar los porcentajes de criminalidad de cualquier forma, siempre chapucera, no dejando a los agentes trabajar como deberían, llevando a cabo investigaciones de gran envergadura que, de repente, se paralizan cuando están a punto de conseguir la prueba definitiva para llevar a cabo la detención del capo. La frustración se masca en el ambiente, el enfado, la rabia de ver cómo el buen trabajo policial se echa por la borda sin mirar hacia atrás. Da un asco terrible ver cómo los señores de la droga están untando a los políticos para lavar su dinero o para obtener favores e ir escalando posiciones en otra organización que no sea la suya propia; da mucho asco ver cómo los políticos prometen el oro y el moro, no caer en la corrupción pero al final lo hacen porque la ambición es quien lleva la voz cantante; da vergüenza ser testigo de cómo los periodistas se aprovechan de una comunidad tan desfavorecida como los indigentes para vender periódicos. Pero lo que más frustración y rabia produce es comprobar que no hay justicia para los chicos malos, que estos se van a ir de rositas, que hagas lo que hagas las cosas seguirán igual, o peor, y que no se puede hacer nada para remediarlo. No importa que se corte una rama del árbol de la droga porque saldrá otra más fuerte y peor, mejor organizada ya que se aprende de los errores de los anteriores; no importa que se recaben pruebas contra ciertos políticos porque con favores y labia saldrán del bache. Una ha terminado con mucha impotencia y con sed de justicia, algo que se ve que no hay en este mundo, no sólo en Baltimore.
En cuanto al apartado más técnico, la serie se compone de cinco temporadas, de unos 12 episodios de media de una hora de duracióncada uno. David Simon es el creador de la serie, también conocido por la serie Treme, quien se basó en su experiencia en la sección de sucesos en The Baltimore Sun junto con la experiencia como policía de Homicidios de Ed Burns. El vivir de cerca este tipo de situaciones no sólo le han valido la ovación de la crítica sino también del público, destacando la opinión de las comunidades retratadas quienes dicen que se ha plasmado de forma perfecta hasta los diálogos entre los personajes.
Como podéis ver, The Wire es un viaje que uno tiene que estar dispuesto a hacer, con muchas ganas, tesón y curiosidad. Es una serie lenta, que tiene que entrar poco a poco, y con eso en mente creo que el camino se puede hacer mucho más llevadero. Ahora os toca a vosotros si comprar el billete o no. Os animo a ello a los interesados y, a los que ya la habéis visto, os invito a dejar vuestra experiencia en el apartado de comentarios para animar a los indecisos.
Let’s go home – McNulty