Antes de comenzar la crítica del episodio de Bates Motel de esta semana, lo primero es lo primero: pido disculpas por el retraso en publicarla en el blog, porque realmente no le hace justicia. Ha sido un capítulo muy intenso y redondo que no ha decepcionado para nada, el mejor en lo que llevamos de temporada, y se ha centrado en explotar las consecuencias que tuvo la revelación de Norma -esa que tanto asquito nos dio a todos- al final del episodio anterior. A partir de aquí, análisis del 2x04 "Check-Out" y spoilers:
Ya he mencionado muchas veces lo impresionante y espléndida que me parece Vera Farmiga como actriz (y como mujer, así en general) y cómo borda su papel en Bates Motel. Norma Bates es un personaje tan interesante como el propio Norman, y en este episodio se ha podido lucir más de lo habitual. La hemos visto desequilibrada, inestable y dolida. Su hijo Dylan se ha enterado de cuáles son sus orígenes, y ahora no puede evitar ver con otros ojos a su querido tío. Ese gran parecido familiar ya no le debe resultar tan adorable. Norma trató de hacerle comprender que debía superarlo y seguir adelante, dejar todo eso atrás, pero Dylan argumentó (no sin falta de lógica) que nunca podría dejar atrás lo que era. Nunca podría dejarse atrás a sí mismo. Por eso mismo decidió mudarse de la casa, a pesar de que Norma se lo quiso impedir y estalló en una de las mejores escenas del capítulo, explicándole cómo de impotente e indefensa se sintió de pequeña y todo lo que tuvo que soportar.


Esa conversación, que debería hacer sido privada, no lo fue (¿alguna vez lo son?) y Norman la escuchó a escondidas. Algo en su cabecita de pequeño perturbado bipolar se rompió, y acudió raudo al motel donde se hospedaba su tío para vengarse. No lo hizo como Norman. Siendo Norman habría tenido miedo, ya quedó demostrado previamente cuando la loca del supermercado también le llevó allí para tratar de asustar a su tío pero él se negó. No. Esta vez Norman fue creyendo que era su madre, creyendo que era Norma, y le dijo todas las cosas que ella no tuvo el valor de decirle. Fue una escena impactante, donde Freddie Highmore hizo un gran trabajo interpretativo, y donde el "pobre" Norman-Norma se vio reducido penosamente por la superioridad física de su tío y por su propia inestabilidad. Sin embargo, no pude dejar de apreciar que en toda esa escena había un sentimiento muy curioso, una especie de ternura amarga que me puso los pelos de punta. Ya se lo dijo Norman a su nueva amiga: su madre haría cualquier cosa por él, pero es que él también haría cualquier cosa por ella. Será perturbador, insano y muy siniestro, ¿pero no es también bonito querer tanto a alguien hasta el punto de perder la cabeza -literalmente- por esa persona?
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Hoy no mojas |
El resto de tramas no han sido tan interesantes, pero aún así me han gustado y me han parecido correctas. Por un lado, tenemos a Emma haciendo preguntas y exigiendo respuestas tanto a Norman como a su adorable chico fumeta. Pero, no, para alivio de ella, no tuvieron sexo la noche en que se pilló una cogorza de campeonato. Me encanta su personaje, así que verla hablar en general siempre es algo que apruebo. Y, por otra parte, hemos tenido al super-agente-Rrrromero -pronúnciese la 'R' con suave acento inglés- que ha ido a hacerse el gallito con el nuevo jefazo de los machotes que se ocupan de la droga en White Pine Bay. Sin embargo, el rubiales, que está como una cabra, fue a quemarle la casa al sherriff a modo de contraataque. ¡Cielos! ¿Y ahora dónde dormirá nuestro querido Rrrrromero? Ya no le aguardará un acogedor hogar a la vuelta de un duro día de trabajo, ahora le esperarán cuatro vigas humeantes y un montón de recuerdos carbonizados. Cuanto sufrir.
¿Qué os ha parecido a vosotros? ¿Para cuando una colecta para restaurar la casa de Rrrrromero? Cualquier aporte que queráis hacer siempre será bienvenido.